viernes, 29 de enero de 2010

Haití: la crónica

El 12 de enero pasado, un sismo de 7.0 grados en la escala de Richter fue registrado en el Caribe. Su epicentro tuvo lugar a unos 22km de Puerto Príncipe, capital de Haití, el país más afectado por el cataclismo. A pesar de que la profundidad a la que se registró el terremoto fue de 8km por debajo del nivel del mar, según el Servicio Geológico de Estados Unidos, las consecuencias fueron claras desde el momento en que inició el recuento de los daños.

Las primeras medidas preventivas dieron inicio en República Dominicana, país que comparte frontera con Haití y que alertó a la población de un posible tsunami originado por el terremoto. A la par de ello, del otro lado de la frontera, patrullas del ejercito haitiano comenzaron a circular en las calles de Puerto Príncipe en busca de sobrevivientes y víctimas.

Entre los primeros comunicados oficiales que se dieron a conocer al mundo, se hallaba el de René Préval, presidente de Haití, que sólo unas horas después de ocurrido el terremoto, notificó que el número de muertos podía ascender a los miles; al día siguiente, Jean-Max Bellervive, primer ministro haitiano, aseguró que en realidad se esperaban cientos de miles, y cerca de tres millones de damnificados.

Junto con las cifras que se dieron a conocer el 13 de enero alrededor del mundo, se publicaron las primeras imágenes de la capital de Haití a pocas horas de ocurrido el terremoto: la mayoría de los edificios importantes de Puerto Príncipe se habían reducido a escombros. Entre ellos estaba la cárcel principal de la ciudad y Palacio Nacional que había quedado descartado como lugar de operaciones del gobierno.

Diversos organismos internacionales iniciaron la tarea de recolección de víveres y recursos económicos alrededor del mundo entero con la única finalidad de ayudar a la pronta recuperación de Haití. La Cruz Roja internacional fue de los primeros en habilitar centros de acopio en todo el mundo que empezarían a mandar las donaciones recibidas durante las primeras 48 horas posteriores al terremoto. Asimismo, la Organización de las Naciones Unidas, enfocó gran parte del trabajo de su Programa Mundial de Alimentos (WFP) al envío oportuno de despensas y alimentos para la población caribeña.

Las labores de rescate iniciaron de manera inmediata en Puerto Príncipe con ayuda de cuadrillas de rescate que llegaban al aeropuerto internacional capitalino con brigadas de todo el mundo. Estas actividades no cesaron hasta casi dos semanas después de la tragedia, durante las mismas, se logró el rescate exitoso de personas que permanecieron con vida, bajo los escombros hasta 13 días después del desastre.

El 21 de enero, el pánico se apoderó de la ciudad de Puerto Príncipe debido a un sismo que fue el más fuerte de una serie de réplicas que sucedieron a lo largo del mes de enero. En esta ocasión la magnitud fue de seis grados, sin pérdidas humanas.

Hasta el 23 de enero, se había confirmado la muerte de 111 mil personas a causa del terremoto (entre ellas 2 mexicanos) y se esperaba que el número ascendiera debido a las complicaciones que suponen las condiciones insalubres y de inseguridad que reinan en Puerto Príncipe. Sumado a ello, las constantes revueltas y saqueos que tienen lugar en algunos comercios van en aumento y suponen un factor riesgoso que podría desatar un conflicto civil en el país. El principal motivo de los saqueos ha sido la ineficiencia en la distribución de ayuda a la población, así como la falta de una autoridad nacional o internacional que regule la entrada, salida y repartición de los recursos que entran a la isla.

Sin embargo, la presencia de tropas y autoridades norteamericanas fue evidente durante los últimos días y, a pesar de no haber cesado completamente, ha habido cierto control sobre las pandillas que merodean la zona más afectada de Puerto Príncipe.